Esto llevó a una biopsia y dos días después a la mesa de operaciones. Esto estableció una confirmación y confianza en mi intuición que se fortaleció con el tiempo. La anorexia fue una gran maestra en percepción, porque me enseñó que lo que mis sentidos percibían no era una lectura precisa de la realidad. Comprendí que no podía confiar en la evaluación de la realidad que ofrecían mis propios sentidos porque éstos estaban funcionando de manera condicionada y a partir de creencias inconscientes.
La confusión y los desafíos con respecto a mi sexualidad sirvieron como puerta que me conduciría a una sanación profunda y a un retorno consciente a mi cuerpo. Sirvieron además como iniciación en la comprensión de las dinámicas energéticas de la Vida y al entendimiento de la relación entre la energía sexual y la evolución espiritual. Una ruptura amorosa autodestructiva junto con el divorcio de mis padres comenzó a desmantelar la idea del amor que tenía. Independientemente del dolor personal y los desafíos familiares que viví durante muchos años, estoy extremadamente agradecida de haber hecho añicos esta ilusión para poder abrirme a una comprensión más amplia del Amor y de la Vida.
A los 24 años mi mente y mi cuerpo ya no se sentían como un lugar seguro. Estaba ansiosa todo el tiempo, mi mente corría incontrolablemente, saltando de un pensamiento a otro. Me sentía asustada, mentalmente hiperactiva y físicamente inquieta, y dormía muy poco. Me era imposible estar realmente presente, y mi atención estaba fragmentada y dispersa. Mi mente frenética, nerviosa, confusa y escapista, me controlaba a mí y a mi cuerpo, como un títere. Tuve una fuerte llamada de atención cuando comencé a tener pensamientos suicidas. A pesar de que los pensamientos eran incesantes y me observaba pensando obsesivamente en cómo llevar esto a cabo, en mi ser profundo yo no sentía que quisiera quitarme la vida. Poco sabía entonces que la ideación suicida es un síntoma del despertar espiritual, un deseo mal dirigido de querer morir a la personalidad condicionada falsa y renacer en la Verdadera Naturaleza de uno.
Además de lo anterior, una cadena de accidentes automovilísticos, relaciones de pareja abusivas y de excesivo sufrimiento, adicciones descontroladas, la sensación permanente de no pertenecer a este mundo y de quererme ir, junto con un sinnúmero de manifestaciones psicosomáticas, fueron elevando al presión interna hasta que por fin entendí: la vida me estaba sacudiendo a iniciar mi propio camino de sanación, me intentaba despertar a mi propio dolor y al entendimiento de que la cesación de mi sufrimiento dependía de mi. Era un llamado a sanar, una invitación a comenzar mi proceso de ascensión y transformación; se iniciaría la muerte de la personalidad falsa que había desarrollado para encajar y sobrevivir, y el renacer del ser auténtico que estaba enterrado debajo de capas de condicionamiento, trauma y falsedad. Un interés en temas espirituales comenzó a desarrollarse dentro de mí. Empecé a leer sobre Budismo, Hinduismo, Chamanismo y diferentes aproximaciones teóricas a la naturaleza de la mente.
Comencé a hacer trabajo interior a través de sanación psicoespiritual, exploraciones enteogénicas (especialmente con ayahuasca), meditación y trabajo psíquico profundo. Empecé a cuestionar conceptos como "libertad", "felicidad" y "amor", y constantemente me preguntaba quién era yo, de qué se trataba la vida y qué era realmente el sufrimiento. Después de una lectura de Eneagrama, terminé inscribiéndome en un curso sobre transformación interior donde me introdujeron a la psicología transpersonal, respiración holotrópica, constelaciones familiares, movimiento consciente, sexualidad espiritual y modalidades alternativas de curación. Sentí como si una sed profunda hasta ahora comenzaba a saciarse.
Paralelamente a la profundización gradual de mis dimensiones internas, mi carrera como abogada avanzaba. Trabajar para el gobierno colombiano en diferentes niveles y en la esfera de la política internacional y el desarrollo social era exactamente lo que mi alma necesitaba para evolucionar; así lo entendí más adelante. Mi ego se sentía existoso, inflado, grande y poderoso, mientras que mi alma se sentía agobiada, exhausta, viviendo algo que no estaba alineada con mi verdadera naturaleza.
A los 27 años me sentía completamente fragmentada, fracturada, viviendo una vida falsa, desconectada de mi misma. Me sentía perdida, deprimida, agotada y completamente decepcionada por "cómo funcionaba el mundo". Todas mis experiencias profesionales, algunas expansivas y alegres, otras dolorosas y desalentadoras, parecían tener un propósito común: hacer añicos mi deseo de 'cambiar el mundo'. Me había chocado contra la pared de hierro de “el sistema”, y el combustible para cambiar el mundo y ayudar a otros que me impulsaba y movilizaba se estaba secando. Y sin estar haciendo fuerza y esfuerzos por “cambiar el mundo” y “ayudarle a otros”, sin existir estando “al servicio de otros”, no sabía quién era yo ni qué hacer con mi existencia.
En noviembre de 2007, en una fría y lluviosa noche bogotana, me topé con la biografía de Ghandi. Su cita ampliamente conocida, "Sé el cambio que quieres ver en el mundo" me golpeó como un dardo. Me di cuenta de que estaba predicando el cambio, promoviendo el cambio, haciendo esfuerzos para instigar el cambio, pero no estaba siendo el cambio. Era como si mi yo superior estuviera diciendo, "tu camino de ahora en adelante será SER EL CAMBIO". Entonces quedó claro que necesitaba dejar mi carrera, la vida que había construido hasta ahora, e irme a la India. Así fue como comencé a dejar ir esa identidad que había creado para sobrevivir y tener éxito en el mundo humano homogeneizado; había comenzado el desmoronamiento de las identidades y las autoimágenes que había creado mentalmente para darme un "sentido de mí misma".
Este salto al vacío de no saber quién era yo, hacia dónde iba en la vida o qué hacer conmigo misma, aunque extremadamente aterrador e incómodo, creó el espacio dentro de mi para comenzar a escuchar la clara guía que provenía de mi profundidad. En la India, en una meditación durante un curso de formación de profesores de yoga, recibí el mensaje: “No pelees en contra la oscuridad ni quieras transformar la oscuridad en luz. Solo sé la luz”. Estaba recibiendo la invitación de Ghandi una vez más: aprender a SER. El mensaje era claro: mi contribución a la humanidad sería “Ser”, ser lo que realmente soy en mi naturaleza más profunda. Y para esto primero tendría que morir a lo que no era, al “No-Yo” que había desarrollado mentalmente como producto del miedo a la muerte, el condicionamiento y la homogenización.
Así comenzó un magnífico viaje de indagación y autodescubrimiento que aun continúa. Sentí por primera vez que estaba entrando en MI camino de vida, ya no recorriendo el camino pre-pavimentado con guión socialmente aprobado en el que estaba. Era mi camino, el de mi corazón, un camino de vida totalmente desconocido y jamás recorrido por nadie, que me conduciría a mi Verdadero ser, al descubrimiento de mi verdad más profunda, a la encarnación de mi mayor potencial.
Comencé a conectarme con una “sed de verdad” cada vez mayor que nunca he podido silenciar a pesar de mis innumerables esfuerzos por hacerlo. Se despertó una fuerza muy potente en mi interior que nunca me ha permitido asentarme en algo que no se sienta alineado con mi esencia. Mi anhelo de saber más sobre la psique, lo que realmente significa ser humano más allá de lo que nos han dicho, lo que es una mujer y un hombre real desde la perspectiva cósmica, y mi gran interés por aprender sobre la psicología del desarrollo espiritual, me llevó a obtener una Maestría en Psicología Este-Oeste en California Institute of Integral Studies en San Francisco, California.
En 2012 tuve un despertar espontáneo de la energía Kundalini que aún se está desenvolviendo. La mayoría de los relatos literarios conocidos sobre el proceso de Kundalini, especialmente de yoguis indios, lo describen como una experiencia gozosa y placentera de fusionar la propia conciencia con la Conciencia Universal. Lo describen como la máxima experiencia humana, el éxtasis mayor. Para mí, especialmente las etapas iniciales del despertar de esta poderosa fuerza dentro de mí, fueron absolutamente aterradoras. Mi experiencia no fue nada cercana a la felicidad, ya que se parecía más a un brote psicótico (ahora está siendo llamado llamado “Kundalini Psychosis”).
Pasé semanas en la cama sin poder comer, hablar ni moverme mucho, con una incomprensible aversión a la energía ajena, y con la necesidad de tener los ojos vendados permanentemente porque no podía soportar la luz. Sentía el plexo solar como una roca, mi corazón palpitaba de miedo desesperado, el sacro me dolía insoportablemente y la temperatura de mi cuerpo oscilaba entre un calor extremo y un frío intenso. Todas las alarmas de supervivencia de mi cuerpo se dispararon simultáneamente, y mi mente me ofrecía escenarios aterradores de muerte o locura. Durante muchos meses mi estado mental era totalmente precario; vivía lo que parecía ser una regresión energética, psicológica y emocional a estados muy primitivos de mi ser. Vivía miedo incontrolable, pánico abrumador y paranoia incesante.
Estaba inmersa en un estado permanente de confusión y desorientación aterradora que ninguna palabra podría captar o transmitir con precisión. Aunque había leído sobre Kundalini, nada de lo que había encontrado parecía útil o de apoyo a lo que estaba viviendo. Me sentí terriblemente sola y abismalmente perdida e incomprendida, independientemente del apoyo amoroso que recibí de mis amigos y mi familia. Durante muchos meses viví en un estado devastador de miedo a volverme loca y a ser encerrada en un pabellón psiquiátrico para siempre, o a morir. En el fondo sabía que estaba pasando por algo de naturaleza espiritual que tenía que dejar que se desarrollara y que tenía que rendirme y no luchar contra ello ni intentar detenerlo. Ese fue el comienzo de un largo período de años de radicales transformaciones físicas, mentales, emocionales y espirituales (
ver Síntomas transmutacionales), y las etapas iniciales de la muerte de quien pensaba ser y el resurgimiento y encarnación lenta y gradual de (mi) Esencial. También fue el comienzo del entendimiento de mi participación consciente en el proceso interminable de Ascensión Espiritual planetaria y expansión universal.
A lo largo de estos años, he estado recibiendo información y herramientas de manera intuitiva sobre cómo comprender y navegar este proceso evolutivo bio-espiritual. Tener la experiencia directa de la transmutación y su variedad de fenómenos mentales, emocionales, físicos, energéticos, sexuales y espirituales me ha dado la capacidad de apoyar a otros en su propio viaje interior de transformación.
Estoy aquí para apoyar la evolución planetaria y para guiar y apoyar a la raza humana en este momento crucial de transición y cambio de conciencia. Es el llamado de mi alma apoyar la metamorfosis individual y colectiva mediante la transmisión de la información y herramientas que he recibido a lo largo de mi propio camino de transformación.
Es desde un lugar de amor profundo hacia todos los humanos y hacia la Madre Tierra que ofrezco mi corazón. Que mi camino sirva de luz en tu propio camino.
Al servicio de la Vida, la Verdad, el Amor y la Luz,
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